La intensidad en la locución

La Energía en la Locución: Una Clave que No Puedes Ignorar

Cuando hablamos de locución, uno de los aspectos más determinantes para lograr una comunicación eficaz es la intensidad, entendida como la energía o presencia de la voz.

Transmitir con un hilo de voz, débil y sin vitalidad, no solo desluce cualquier mensaje, sino que además proyecta inseguridad, dudas y falta de convicción. Y si algo necesitamos al hablar frente a un micrófono o a una cámara, es precisamente generar confianza y credibilidad.

Por eso, abordar la locución con energía y un buen tono no es opcional, sino una regla general. La fuerza de la voz debe ser capaz de sostener el contenido que queremos transmitir, dotándolo de vida y emoción. La audiencia percibe más de lo que pensamos; detecta rápidamente si estamos comprometidos con lo que decimos o si simplemente estamos repitiendo palabras vacías. Hay que trasladar que se está concernido, es decir, que te importa lo que estás contando.

Eso sí, como todo en la comunicación, hay matices que no podemos pasar por alto. No es lo mismo animar a los oyentes en un programa musical matutino que acompañarlos en la calma de un espacio nocturno de radio. El contexto importa, y el sentido común debe guiar el nivel de energía.

Aun así, la vitalidad y la presencia vocal son una constante en la inmensa mayoría de las situaciones de locución. Aprender a regular esa energía según el entorno y el objetivo de la comunicación es parte del arte de hablar profesionalmente.

En resumen: si quieres conectar de verdad con tu audiencia y transmitir tu mensaje con eficacia, empieza por ponerle fuerza, vida y convicción a tu voz. Porque la forma en la que lo dices es, muchas veces, tan importante como lo que dices.

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