Recuerdo con cariño nuestras charlas sobre el ritmo y la melodía de la voz, las pausas, los detalles y las intenciones: la musicalidad. Ese arte de dar vida a lo escrito, de hacer que el oyente viaje más allá de las palabras en el papel fue una de las grandes enseñanzas de tu curso. El peso de ciertos pasajes, la relajación en otros, en busca de emociones que parten de nuestra voz con naturalidad y sin artificios. Comunicar y emocionar es más que hablar; es traspasar el armazón de lo físico y llegar a la esencia, donde realmente conectamos y permanecemos. Muchas gracias por reforzar estas ideas y enriquecerme, Ángel.